Sonata para cantos vascos, Opus 4

Beltrán Pagola

HISTORIA DE LA “SONATA PARA CANTOS VASCOS»

En 1919, el ya consagrado músico donostiarra Beltrán Pagola, escribe su “Sonata para cantos vascos” para piano y violonchelo.

Estrenada en San Sebastián por el reconocido violonchelista Alfredo Larrocha y el propio autor, logra desde el primer instante una gran acogida por parte de público y crítica.

Sobre ello nos habla Adrián de Loyarte:

“No cabe duda, a juzgar por la admirable ejecución de Larrocha en el violoncelo, que la sonata de Pagola fue compuesta con el pensamiento puesto en el gran violonchelista. Porque Larrocha fue más que director de orquesta – que lo era muy bueno – un formidable violonchelista.  El violoncelo era en manos y dedos de Larrocha, definitivo. Por esto, Pagola se acordó de tan buen ejecutante al componer la nueva sonata. Y así la estrenó también. “

Reproduzco un breve análisis sobre la obra que escribe el renombrado historiador y musicólogo Jose Antonio Arana Martija .

“Su Sonata en fa sostenido sobre cantos vascos vio la luz en 1919. Está compuesta para piano y violonchelo. Dividida en tres tiempos, allegro, andante y allegro, el primero comienza en un tema en ¾. El tema es de angustia o de zozobra. Pasando luego del modo menor, en que está iniciado, al modo mayor, adquiere, – a juicio del eminentísimo musicólogo Gascue -, cierto carácter varonil y hasta decidido.

El tema segundo es el “AY ORIBEGI EDERRA” uno de los más preciosos del folclore vasco. A la terminación del allegro, los dos temas se enlazan hábilmente.

En el segundo tiempo, tras el recuerdo del tema anterior en ritmo de zortziko, canta el violonchelo otra melodía vasca, el “GABON” designada también con el nombre “IRU EREGE”.

Se inicia el tercer tiempo con el recuerdo del primer tema. Sigue un “allegretto” y aparece la espléndida melodía suletina que se canta con la letra “ANDREGEYA” (Cancionero de Manterola) o con la “INCHAUSPECO ALABA”, entonada alternativamente por los dos instrumentos y después por ambos a la vez, a modo de canto de triunfo final.”

Como Arana Martija aconseja en su escrito, reproduzco también un extracto del estudio analítico que realiza la pluma de Francisco Gascue, de profunda competencia.

“El artista presenta los temas a modo fragmentario únicamente en los momentos y situaciones que así lo exigen, como, por ejemplo, en la iniciación de un tiempo, o cuando se mezclan dos o más motivos melódicos o en determinados desarrollos: en una palabra, cuando la lógica de la composición así lo exige. En cambio, oímos deliciosamente en los tres números de la obra, las melodías temáticas en toda su extensión no una sino varias veces. Admirablemente canta el violonchelo con su emotiva voz los hermosos temas indicados; alterna en él el piano y ambos instrumentos se abrazan en el motivo, cuando el sentido artístico y el buen gusto así lo recomiendan.

La sonata se desarrolla dentro de una sonoridad media adecuada a los temas, a su enlace y desarrollo, sin exageraciones, ni hacia el “rumor” ni hacia las descargas de artillería con las que algunos quieren hacer competir al piano. Únicamente emplea los fortísimos en momentos en que la idea musical y acaso la transcendental exigen el contraste, y, por descontado, en situaciones como el final de las obras, en el cual el espléndido “ANDREGUEYA” adquiere todo el vigor del entusiasmo, entonado, según he dicho, como verdadero himno de victoria y de triunfo…

…sin abandonar el sistema bi – modal como fundamento armónico, ha tenido el acierto de armonizar todos los pasajes cantábiles de la sonata, que son muchos y bellos, basándose en las gamas griegas. Esas gamas, demasiado olvidadas y hacia las cuales se dirigen ya muchos músicos, tienen para el caso de las canciones vascas “una imprecisión tonal admirable. No hay en ellas la dureza de nuestro modo mayor, ni la excesiva melancolía del menor. El carácter que la armonización del señor Pagola presta a las melodías es el de una dulce y poética melancolía, muy tenue, que les cuadra admirablemente….

Por eso, ahora, para terminar, afirmo que sería lástima verdadera el que la sonata, por ultra modestia de todo punto inaceptable del autor, no se conociera en los centros artísticos de buen gusto musical. Tiene la obra todos los elementos necesarios para que se la considere como una labor artística excelente.»

Publicado en “La voz de Guipúzcoa” en San Sebastián el 18 de Enero de 1919.

Pasados unos años, Beltrán Pagola envía la partitura de su sonata al gran violonchelista Gaspar Cassadó que habiéndola escuchado en San Sebastián guardaba un gran recuerdo de ella.

Adjunto copia de la carta que envió a Pagola en la que agradece el envío, valora la obra y aceptando su ofrecimiento, propone a Beltrán Pagola interpretarla juntos en San Sebastián como así sucedió más adelante.

Sobre este concierto tenemos referencias en la prensa de la época, a continuación, transcribo un resumen de estas:

LOS CONCIERTOS DE MÚSICA DE CÁMARA

La Sociedad  Música di Cámera ha celebrado su quinto concierto… “ Cassadó se mostró el artistazo de siempre. Cada vez que lo escuchamos nos encanta más. Es un mágico intérprete que cautiva y pudimos apreciar además que la Sonata la había estudiado con un cariño especial. En cuanto a Pagola nada tenemos que decir con respecto a la interpretación de su parte de piano. Era natural que pusiera en ella todo su más afectuoso entusiasmo, haciendo que esto, unido a sus cualidades de pianista notabilísimo, a quien todos admiramos, su obra alcanzara una primorosa interpretación. Los dos artistas fueron aplaudidos y felicitados con entusiasmo por el auditorio.  Firma estas palabras Lushe – Mendi.

EL CONCIERTO DE AYER

….Oímos ayer tarde la segunda audición en público de su sonata en fa sostenido para violonchelo y piano y vinimos a confirmar plenamente en el primer juicio: la sonata de Pagola es moderna en su armonía, en el tratado de los temas, en la conceptuación de los medios instrumentales, pero es de una modernidad definida y consciente. Hay en ella un gran caudal de libre imaginación, que no obsta para que, en el curso de la misma, el artista exponga, desarrolle y resuelva conforme a un plan lógicamente meditado, y los números de la obra tienen entre sí una relación de afinidad completamente característica.

La interpretación de ayer fue sencillamente extraordinaria: Cassadó denotando por su magnífica dicción ser un entusiasta de la obra y Pagola secundándolo con una ejecución de autor de sus facultades la más perfecta. Obtuvieron un éxito verdaderamente entusiasta y las felicitaciones al compositor fueron bien elocuentes.

MÚSICA DI CÁMERA

…. La técnica de Beltrán Pagola, el exquisito pianista, no ha servido más que para engalanar profusamente los cantos vascos que constituyen su sonata en fa sostenido. La habíamos oído antes de ahora y, como ayer, nos llegó a emocionar por su sencillez sintética que no se oculta ante el tráfago de notas en que se envuelve la bella y dulce música vasca. Interpretada al violonchelo por Cassadó, acompañada por el mismo autor, la sonata alcanzó el más alto grado de emotividad. Ni Cassadó ni Pagola son unos indocumentados: los dos interpretan maravillosamente la obra, en la cual observamos una innovación: la de emplear la octava alta en las armónicas, para obtener los sonidos aflautados, prestando así más carácter a los pasajes de la sonata en que la idea del autor hacía necesaria esa intervención imitativa.

Vídeo de presentación

Sonata para cantos vascos, opus 4. Beltrán Pagola